Por Ariana Onno

La apropiación cultural es un tema que genera debates intensos en espacios creativos y sociales. Más allá de las discusiones teóricas, esta práctica tiene un impacto real en las comunidades que ven sus tradiciones reinterpretadas, a menudo sin reconocimiento ni respeto. Un ejemplo reciente son las polémicas declaraciones de José Forteza, editor de Vogue, quien señaló que reproducir ideas y estéticas de culturas indígenas es una forma de supremacía creativa. Pero ¿hasta qué punto este tipo de afirmaciones son éticas o sostenibles?

Copiar no es sostenible

El argumento de que se puede tomar libremente de las culturas indígenas sin consideración refleja una especie de colonialismo cultural que sigue vivo. La frase “copiar no es sostenible” no solo aplica al medio ambiente; también se trata de proteger las identidades culturales y las historias que las comunidades han preservado durante siglos.

Cuando hablamos de creatividad, debemos recordar que esta no ocurre en un vacío. Cada diseño, canción o tradición tiene un contexto y una historia. Permitir que estas expresiones se usen sin permiso ni reconocimiento priva a las comunidades de su derecho a ser vistas y valoradas por su talento. Y este problema no es nuevo: las comunidades indígenas han sido históricamente marginadas, sus voces relegadas y sus contribuciones, invisibilizadas.

Hacia una sostenibilidad cultural

El concepto de “sostenibilidad cultural” debe ser central en esta conversación. No se trata de aislar culturas o protegerlas de forma rígida, sino de fomentar un diálogo creativo basado en el respeto mutuo. La colaboración auténtica entre culturas puede dar lugar a resultados sorprendentes, pero solo cuando ambas partes son tratadas con equidad y sus aportes son reconocidos.

En la industria de la moda, este tema es particularmente crítico. Las marcas han recurrido a tradiciones indígenas para inspirarse, pero a menudo lo han hecho sin compensación justa ni un reconocimiento real del trabajo y la creatividad detrás de esas prácticas. ¿El resultado? Un robo cultural que debilita la diversidad y perpetúa las desigualdades.

Preguntas que debemos hacernos

Para diseñadores, creadores y artistas, la pregunta no es si pueden inspirarse en otras culturas, sino cómo hacerlo de forma ética. Antes de apropiarse de un elemento cultural, es esencial reflexionar:

Este enfoque no solo fomenta una práctica responsable, sino que también enriquece el proceso creativo. Incorporar voces auténticas añade profundidad y valor a las creaciones, elevándolas más allá de lo superficial.

Educación y sensibilización

El cambio comienza con la educación. Instituciones educativas, espacios creativos e incluso las propias marcas deben fomentar un entendimiento más profundo sobre el significado y las implicaciones de la apropiación cultural. Solo a través del conocimiento podemos construir un entorno donde la creatividad florezca, pero desde un lugar de respeto.

Un llamado a la acción

La apropiación cultural no es un tema menor. Es un recordatorio de que todos tenemos una responsabilidad como consumidores, creadores y líderes. Declaraciones como las de José Forteza no solo son desafortunadas, sino que también subrayan la necesidad urgente de conversaciones más amplias sobre ética y creación.

El derecho a crear e inspirarse debe estar acompañado por el deber de respetar. Solo a través de la colaboración, la justicia y el reconocimiento auténtico podemos avanzar hacia un futuro donde la creatividad y la equidad coexistan.

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